Testimonio de Constantino Ruiz, voluntario de Proyecto Hombre Almería en la cárcel:
Mi primer día en el módulo 8
Ayer fue mi primer día en la cárcel. De camino a la cárcel iba nervioso. Cuando llegué puse mucha atención para absorber, para estar pendiente de la experiencia que iba a vivir y que no se me escapara nada. Cuando entré por la primera puerta me sentí intimidado: chequearte, hablar con los funcionarios, entregar toda tu documentación… Al llegar a la cárcel, sientes que eres tú y tu trabajo, cuando la pasas, solo eres tú y tu trabajo se queda atrás; cuando cruzas la puerta blindada, te vas desprendiendo de cosas.
Cuando estás ahí, es una experiencia maravillosa. Porque a través de un paso físico, llegas «desnudo» ante unos usuarios que viven en el límite. Y aun siendo unas personas que culturalmente y emocionalmente, posiblemente ante una vida muy agresiva se les nota que viven en el límite y se abren. Es una experiencia maravillosa. Lo importante es estar ahí. Me llevo muchísimo más que lo que pueda dejar, que simplemente es el tiempo que pueda estar allí, que para mí es un regalo. Me siento afortunado.
Me sorprendió mucho conectar con el sufrimiento, especialmente el sufrimiento de mi niño. Fue un sufrimiento dulce, sanador y pensé que no volvería a ocurrir, pero sí lo hizo. Sin embargo, no fue desagradable, sino todo lo contrario. Es como el sufrimiento que sana, como en Grecia. No sé si me explico.